Vientos
Gitanos
(Recital 75. 1975)
Cierta vez, Mastropiero tomó a su servicio a una gitana de nombre Azucena, para que no sólo le lavara la ropa, sino que también le leyera las manos y le tirara las cartas. Pero la tuvo que despedir porque Azucena le tiraba la ropa, le leía las cartas y luego se lavaba las manos.
Azucena
logró que Mastropiero no la despidiera contándole su triste
historia: Ella era la hija del jefe de una tribu de gitanos. El
día en que cumplió 14 años, se le acercó la gitana más vieja
de la tribu y le dijo: -"Querida Azucena, que tengas una
vida tan bella como tu cara..."
La anciana fue condenada al destierro. Fue condenada al destierro
gitano, o sea, condenada a vivir siempre en el mismo lugar. En
ese momento llegaba al campamento el Barón Gitano acompañado
por su hijo, Volax el tremendo (Volax, con "v").
Azucena y el joven estaban prometidos en matrimonio y el tremendo
Volax venía a casarse.
La fiesta de esponsales duró ocho días y seis noches. Sucede
que a la primera noche se interrumpió la fiesta porque el novio,
después de ver a Azucena huyó despavorido; y la segunda noche
también se interrumpió porque Azucena al enterarse partió en
su búsqueda. Ninguno de los dos regresó ya al campamento, pero
por suerte, los seis días siguientes el casamiento continuó con
toda normalidad.
Azucena no
había encontrado a su prometido pero esperaba un hijo de él.
Según Mastropiero, él, conmovido por el relato, permitió que
Azucena se quedara en su casa y tiempo después la gitana tuvo un
robusto varón de Volax.
Cuando nació su hijo, Azucena lo llamó a su seno... Digo:
Azuceno. Mastropiero tomó al niño bajo su protección y le dio
su apellido, actitud esta que despertó las sospechas de algunos
y confirmó las de casi todos. Azuceno Mastropiero estudió
música guiado por su célebre tutor y, muy joven aún, compuso,
inspirado en las canciones de cuna de su madre, sus "Vientos
Gitanos" opus 6, que interpretan a continuación Les
Luthiers.